
¿Te caés una y otra vez? ¿Te esguinzás siempre el mismo tobillo? ¿Te duele siempre la misma cadera? ¿Te contracturas la misma zona cada vez que te estresas? ¿Querés estar derecho pero no lo logras por más de un minuto? ¡Tranquilo! ¡No sos vos! ¡Son tus patrones!
Desde que nacemos nuestro cuerpo se va modificando y adaptando a diferentes situaciones que nos van sucediendo a la largo de la vida, a modo de supervivencia.
Estas situaciones pueden ser estresantes, actividades que repetimos durante el día una y otra vez, nuestro trabajo, las actividades deportivas, emociones que sentimos, etc. Algunos de estos movimientos que hacemos de manera automática y no pensados sostenidos en el tiempo van a hacer que nos vayamos modificando y moviéndonos tal vez de una manera no tan sana y creando conductas que nos tensionan, lastiman y nos llevan a un desgaste a más temprana edad.
A estas formas de expresarnos y ser las llamamos patrones de organización corporal. Pero no todos son perjudiciales, de hecho nos sirvieron en algún momento de nuestra vida.
Pero… ¿qué hace que esto nos suceda?
Desde chiquitos vamos aprendiendo a movernos y a andar de acuerdo a lo que vamos vivenciando. Estas huellas de cómo lo hacemos van quedando en nuestro cerebro. Luego, más tarde, ante una eventual reacción o situación parecida volvemos a reaccionar de la misma manera, repitiendo esa forma, y por lo tanto acentuando ese patrón que cada vez se va a haciendo más fuerte.
Por lo tanto, si usamos el cuerpo repitiendo conductas una y otra vez, permitiendo que siempre las mismas partes de nosotros trabajen y se muevan, mientras otras están más bien “vaguitas” sin hacer nada o muy poco va a hacer que nos desgastemos y nos cansemos.
Esto sucede porque estamos en modo automático y no pensamos en como tenemos que movernos, sentarnos o andar.
¡Lo bueno es que hay solución para terminar con el automatismo disfuncional!
Porque claro, no todo lo que hagamos automático va a ser dañino. Lo que debemos hacer es construir nuevas alternativas de movimiento a través de pensarnos.
Si nos movemos sintiéndonos a través del movimiento corporal consciente e inteligente, pensado y explorando diferentes maneras que tienen nuestras articulaciones y nuestro cuerpo de moverse, podremos modificar esos patrones no sanos y construir un movimiento más funcional. Participando a otras partes olvidadas y dormidas, liberando del trabajo a partes que estaban esforzándose y lastimándose podremos lograrlo.
Acercándonos a un equilibrio del funcionamiento músculo- esquelético y por lo tanto de todo el sistema que somos generaremos nuestro propio bienestar.
Para ello se requiere de un trabajo contínuo en el tiempo. Si quieres un cambio duradero también deberás repetir el movimiento pensado.
Te propongo ahora que hagas un ejercicio durante el día y que lo repitas durante toda la semana. Poné la alarma de tu celu cada tres horas. Al sonar pará lo que estás haciendo y llevá la atención a la posición en la que estás, que están haciendo tus brazos, tus piernas, tus pies, como te estabas moviendo. Podes anotarlo si queres, que sería lo mejor. Esperá a la siguiente alarma y volvé a escanear tus movimientos o posiciones. Al final de la semana chequeá las repeticiones de movimiento de tu cuerpo y posiciones.
Tal vez encuentres muchas respuestas a tus dolores, contracturas y malestar.
¡Espero verte pronto en mis sesiones!
Con Amor, Romi